La razón por la que he decidido dedicarle un espacio a este magnífico libro en el blog es que me ha demostrado la cara más humana y comprometida de la traducción. Robert Mussche, lejos de amedrentarse por el movimiento fascista dominante en Europa occidental, decidió viajar solo hasta Bruselas para seguir con su labor de traductor y, de esta forma, ayudar a que otras corrientes de pensamiento fueran comprensibles para la mayor parte de la población. Se dice en la novela que cuando lo detuvieron para llevarlo a un campo de concentración, estaba traduciendo poemas de Lorca, que desde su viaje a la península, se había convertido en uno de sus autores favoritos para traducir al neerlandés.
Uribe nos ofrece el relato admirable de un héroe anónimo que sacrificó su vida para ayudar a los demás por medio de las palabras. En definitiva, un canto a la libertad y la solidaridad que bien merece una lectura.