Quiero felicitar a los cines Florida de Vitoria-Gasteiz por haber incluido (¡ya era hora!) películas en versión original subtitulada.
Ayer era noche post-Óscar, un día en el que a todos los que tenemos sensibilidad por el séptimo arte nos pica la curiosidad de ver las obras galardonadas con la estatuilla dorada que aún no hemos tenido ocasión de disfrutar. Aunque he de decir que este año me había visto casi todas las nominadas (la controversia en torno a este anglicismo creo que está superada), incluido el bodrio de El lobo de Wall-Street.
La que proyectaban ayer en las céntricas salas era nada menos que Her, dirigida por Spike Jonze y protagonizada por Joaquin Phoenix y Amy Adams (que habrá dejado atónito a cualquiera con su papel en La gran estafa americana). A lo que iba es a que se trata de un filme que hay que ver en versión original, ya que de lo contrario se perdería su principal valor: los matices que aportan las voces. Y es que durante los 126 minutos que dura, hay un personaje principal que no vemos pero que está presenta gracias a su voz: la del sistema operativo del que Theodore (Joaquin Phoenix) tiene la suerte o la desgracia de enamorarse.
Esta encandilante voz no es otra que la de Scarlett Johansson (¡cómo me reí al ver la cara de confusión de mi amigo cuando vio el nombre de la actriz americana en los créditos!). En efecto, en la versión doblada se estaría omitiendo a uno de los actores del reparto principales: ¡nada menos que a Scarlett! Y sospecho que esa fue la verdadera intención de las salas de cine al proyectar la película con subtítulos. No he llegado a ver la versión doblada, aunque sí que he oído comentarios no muy buenos de personas que si lo han hecho. En cambio, a mi amigo y a mí Her nos gustó bastante.
Ayer era noche post-Óscar, un día en el que a todos los que tenemos sensibilidad por el séptimo arte nos pica la curiosidad de ver las obras galardonadas con la estatuilla dorada que aún no hemos tenido ocasión de disfrutar. Aunque he de decir que este año me había visto casi todas las nominadas (la controversia en torno a este anglicismo creo que está superada), incluido el bodrio de El lobo de Wall-Street.
La que proyectaban ayer en las céntricas salas era nada menos que Her, dirigida por Spike Jonze y protagonizada por Joaquin Phoenix y Amy Adams (que habrá dejado atónito a cualquiera con su papel en La gran estafa americana). A lo que iba es a que se trata de un filme que hay que ver en versión original, ya que de lo contrario se perdería su principal valor: los matices que aportan las voces. Y es que durante los 126 minutos que dura, hay un personaje principal que no vemos pero que está presenta gracias a su voz: la del sistema operativo del que Theodore (Joaquin Phoenix) tiene la suerte o la desgracia de enamorarse.
Esta encandilante voz no es otra que la de Scarlett Johansson (¡cómo me reí al ver la cara de confusión de mi amigo cuando vio el nombre de la actriz americana en los créditos!). En efecto, en la versión doblada se estaría omitiendo a uno de los actores del reparto principales: ¡nada menos que a Scarlett! Y sospecho que esa fue la verdadera intención de las salas de cine al proyectar la película con subtítulos. No he llegado a ver la versión doblada, aunque sí que he oído comentarios no muy buenos de personas que si lo han hecho. En cambio, a mi amigo y a mí Her nos gustó bastante.
Sin embargo, no ha sido la única ocasión este año en la que he podido ser testigo de críticas tan radicalmente opuestas entre aquellos que han visto la versión original y aquellos que han visto la doblada. Blue Jasmine es una de esas películas que hay que ver en versión original. La magnífica actuación de neurótica inestable que hace la ya oscarizada Cate Blanchett quedaría totalmente oscurecida por la voz de una dobladora que, por muy buenas que sean sus dotes dramáticas, no llegan a estar a la altura de las de la actriz australiana.
En definitiva, no se trata solo de una cuestión sobre si el discurso doblado tiene que encajar con la articulación del actor en en la versión original o no, sino más bien de una defensa por disfrutar de las interpretaciones en su estado puro, con sus voces reales y, por consiguiente, matices particulares. Por ello, creo que ya va siendo el momento de que vayamos progresivamente cambiando el hegemónico modelo de doblaje actual por otro más de subtitulación. Y si además sirve para mejorar el conocimiento de idiomas... ¡mejor que mejor!
En definitiva, no se trata solo de una cuestión sobre si el discurso doblado tiene que encajar con la articulación del actor en en la versión original o no, sino más bien de una defensa por disfrutar de las interpretaciones en su estado puro, con sus voces reales y, por consiguiente, matices particulares. Por ello, creo que ya va siendo el momento de que vayamos progresivamente cambiando el hegemónico modelo de doblaje actual por otro más de subtitulación. Y si además sirve para mejorar el conocimiento de idiomas... ¡mejor que mejor!